De Amistad Verdadera y del Pasar del Tiempo
Corría el año del Señor de mil novecientos setenta y cuatro cuando un grupo de mozos, allegados por vecindad y querencias comunes, formaron colla sincera y alegre. Con poca hacienda mas gran ánimo, solían encontrarse en la plazuela, donde el tiempo se hacía leve entre risas, juegos y confidencias murmuradas al caer la tarde.
Pasaron los años, mas no menguó el afecto. Vinieron bodas, hijos, trabajos y penas. Mudárnosle algunos, otros permanecieron, mas la colla, cual roble bien arraigado, no se quebró.
Hoy, tras cinco décadas de soles y lluvias, aún se sientan juntos en los bancos del ayer, con cabellos plateados y corazones tan jóvenes como entonces. Porque la amistad verdadera no conoce de edades ni de olvidos.
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Romance de la Colla Fiel
En casa de Chacho y Mery,
donde el tiempo se detuvo,
nació una colla de amigos
bajo un cielo limpio y puro.
Corría el setenta y cuatro,
la risa era pan seguro,
y entre charlas y meriendas
forjaron lazos sin nudo.
Con guitarras y con sueños,
y el corazón sin apuros,
pasaron tardes enteras
jugando bajo aquel muro.
Vinieron los años lentos,
los hijos, los cambios, rumbos,
pero la colla quedó
como un roble en campo duro.
Hoy se miran con canas
y un cariño tan profundo,
que ni el tiempo ni la ausencia
logran quebrar lo seguro.
Porque hay cosas que perduran
cuando el alma va en conjunto:
la amistad de los de siempre,
que no se rinde… ni al mundo.
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